Qué grado de seguridad hay en uno cuando hace o dice las cosas? Cómo se puede saber cuándo se está dando un No rotundo, un Nunca más, o un Si, un siempre? En el momento, seguramente lo digo con las más sinceras ganas y convicciones de que es, o de que va a ser así. Pero lo cierto es que me equivoco. Me di cuenta que termino siempre contraponiendo mis más firmes ideas yo mismo, mis pensamientos, ideales, niego cosas que después hago, y afirmo cosas que luego no van a ser así. Cómo puedo esperar que alguien entienda o quiera entender, comprender, a una persona tan bipolar, tan histérica, con esa inestabilidad, miedo, como yo? No se puede. Me vivo contradiciendo, contrariando, evitando que las cosas más profundas salgan a la luz, evitando que las personas me vean como algo anormal, tratando de vivir la vida en paz, sin joder al resto. Y termina siendo algo lejano o inalcanzable, lo único que logro es confundir mis afirmaciones y negaciones entre medio de tantos sentimientos revueltos. Sentimientos como inseguridad, desconfianza, miedo, a perder cosas o personas, que no me deja ser. Pocos son los momentos de pleno placer en los que tuve la seguridad de ser yo mismo, de estar realmente tranquilo y sin preocupaciones de ninguna índole. Y lo que logro es quedarme dentro de mi caparazón y no salir al mundo, no mostrarme tal y como soy. Sale a la luz esa imagen que durante tanto tiempo fui logrando, que todavía la sigo dibujando, y no sé si alguna vez iré a terminar. Pero eso, eso que está ahí adentro en lo oscuro, no va a poder salir. Tantas cosas, que no se asusten, no es nada grave seguramente, pero mis sentimientos hacen que sí lo sean. Entre las personas que me rodean, pocas o ninguna saben todo de mi. Hay cosas que quedan acá, y les puedo asegurar (otra vez estoy afirmando) que mueren acá, y espero que así sea, porque a esta altura no puedo saber ni yo la veracidad de esto. Me contradigo en todo, absolutamente. En las entradas de este blog, perdí la cuenta de las veces que dije algo y termine haciendo lo que sentí, porque me ganó el sentimiento. En el día a día, me propongo cosas que, muchas de ellas las cumplo, pero muchas no. Y créanme, digo la verdad, creo que uno de los valores, si los tengo, es el ser sincero, conmigo mismo y con todos los demás, en serio. Básicamente porque es lo mínimo que espero de los demás. Y cuando digo algo, al menos en ese momento, es porque lo siento, o lo sentí realmente. Somos presos de nuestras palabras. Y estoy en mi propio calabozo de palabras sin saber cómo escaparme. Hay cosas que nunca tuve que haber escrito, o pronunciado, y me arrepiento mucho de que sea así, porque una vez más estoy contradiciéndome. Es algo que, supongo que lo vas logrando día a día, cuando tomas tus propios tiempos, cuando conoces hasta donde llegan tus sentimientos y hasta donde llegan tus deseos, hasta donde tu conocimiento y hasta donde tu ignorancia, cuando conoces tu capacidad de convencimiento en la gente, la cual es nula, o casi nula, en mi caso, sin previo estudio del universo en el cual me sumerjo. Supongo que antes de decir las cosas, uno debería pensar dos o tres veces antes de escupirlas, que te da la razón o te condena. Si hay algo que cambiaría de mí, es eso, saber ver un poco mejor, saber verme a mí mismo, es tan esencial, y tan difícil para mí, saber distinguir entre tantas realidades, tan diferentes una de otra, cual es la más acertada, o menos equívoca. Si aprendemos a controlar nuestras emociones, sentimientos y deseos, mantenerlos en equilibrio o restarles importancia, es posible lograr acercarnos un poquito más a nuestra paz que tanto anhelamos, solo cuando entendamos lo que en realidad somos, y lo que queremos ser, cuando empecemos a preguntarnos y replantear.
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