Pain
Y el sujeto se encuentra nuevamente en su mecedora, hamacándose, con su puro en la mano izquierda, y su vaso con whiskey a la derecha, al fuego del placentero hogar, en su amplia y cómoda casa. Aquella tarde de otoño, contemplando el lago desde su ventana, escuchando el dulce y agradable sonido del piano, que su servidor tocaba en el otro extremo de la habitación, preguntándose. Preguntándose si, tal vez, si solo tal vez hubiera sido diferente, si aquella tarde de verano nada de eso hubiera pasado. Si sólo hubiese estado allí para impedirlo. Mirando a su alrededor, entre las pinturas de sus antepasados colgadas en la pared empapelada color escarlata de la habitación, en perfecto orden y armonía, allí se encontraba él, único heredero de la hacienda que su abuelo supo erigir, que allí plasmado estaba en lo más alto, inmortalizado, con su fiel y flamante esposa. Hacía poco tiempo que lo habían colocado su figura cuando sucedió. Un afamado pintor francés los había retratado. Llevaron una vida hermosa, disfrutando de los placenteros momentos que el tiempo les supo dar. Su sonrisa iluminaba su hoy endurecida alma, resquebrajada por el dolor y la tristeza, todo alrededor parecía inmóvil, el paisaje, el sol. Hoy los colores ya no son colores para él, y le es imposible no auto-recriminarse que, habría podido evitarlo. Su vida se fue por aquél río con ella en sus cenizas, vestigios de lo que un día fue la razón, el motivo de su vida, de su existir. Ahora ya nada importa, nada tiene sentido ya en su insulsa rutina. Su carácter, su firmeza, su ímpetu. Desde que ella partió, nada quedó de él, de lo que un día supo ser. Nada de lo que en ese cuadro colorido impone se ve reflejado ya. Pasa sus días sentado en su sillón, con la bandeja con sus puros y su bebida, al calor del hogar con ese fuego infinito. Sus adiestrados breton cazadores casi no lo reconocen, ni responden al oír su nombre. El está esperando el día en que le toque partir, partir hacia dondequiera que ella esté, hacia dondequiera que el destino la halla llevado. Espera por el reencuentro con su amada. Todo daría por volver a estar con ella. Pero ni su casa entera, ni todo su dinero, ni toda su estancia. Ni todas sus fuerzas, ni sus más sinseros sentimientos, ni todo el dolor de su alma en pena. Nada puede hacerla volver de donde ahora se encuentra. La única esperanza que tiene es esperar, esperar que algún día el destino los vuelva a juntar en el más allá. Que en aquella tarde de verano que el destino los supo separar, en algún momento los vuelva a unir, y volver a ser uno solo en dos. Él esperará, esperará hasta que la muerte llame a su aldaba, y tenga que partir, y vivir juntos hasta desvanecerse en la memoria.
Catorce de julio
Y bueno, nada, acá estamos blog, sinceramente te necesito, necesito hacer un poco de catarsis. Respiro, me estiro de un lado a otro, me sueno los huesos de la espalda, estiro el cuello, me relajo. Y allá vamos.
. . .
Me siento, una mierda de persona, si. Nada más que eso. Cada vez que pasa, me siento igual. Por qué no puedo ser más normal? Exijo que los seres que me criaron, quienes sean, se hagan cargo. Exijo una respuesta, que levanten la mano bien alta en este recinto de sociópatas y digan fuerte y claro: "Es mi culpa Agustín, yo te crié así como sos". Gritenló, basuras de persona, háganse cargo! No quiero ser de nuevo yo el culpable, basta de eso! Soy tan, pero tan sumiso en algunas cosas, pero cuando se trata de discutir, de defender mi postura, la defiendo a muerte. Soy el más terco. Ah, no. Cierto. El número uno se lo lleva mi viejo, me tengo que conformar con el trofeo de plata.
Y es que es cierto, lo que dice la profesora de psicología, es cierto que la felicidad es un momento, que se va, es cierto que, el progreso, si bien en algún punto sirve, la felicidad que conlleva no dura más que un momento, dura hasta que deja de ser algo grandioso, algo especial, diferente en nuestras miserables vidas. Queda la realidad, la realidad invade nuevamente tu ser y a esa realidad se agregó eso que un minuto antes fue felicidad, pero que ahora es algo más, no lo valoramos tal y como es. En cambio de eso, pasa a ocuparnos más lugar en nuestro ser, en esa habitación llena de filas de cajas que llegan hasta el techo, donde no entra más nada, donde además, necesitamos dentro de esa habitación, espacio para el alma, espacio para ser nosotros mismos. Pero está tan lleno de cosas, que yo no puedo, me rebalsa, y qué, cómo dentro de esa gran habitación va a entrar algo más? Pero si, llegan cajas a través de una banda transportadora sin fin, llegan y llegan, más y más cajas, y las tengo que agarrar y acomodar cual tetris dentro de la habitación. O las tengo que dejar caer al vacío, al olvido, y saber que nunca más las voy a recuperar, pero eso es algo inconcebible.
Hoy, siento que mi habitación esta muy llena, no cabe más nada. Tengo que ir hasta el fondo y empezar a seleccionar cosas que ya no uso y tirarlas al vacío. Siento que si no lo hago, por algún lado va a empezar a sentirse la presión, esa presión que va a hacer que estalle todo al carajo, y nada, no se qué va a ser de mi en ese momento. Me siento rebalsado.
Y bueno, hoy es un día bastante particular, de lo que habría sido un día tranquilo en mi vida, pasó a ser más que eso. Lamentablemente le tengo que dar un nivel de prioridad más alto en mi escala. Hoy, además de discutir con papá naturalmente -es lamentable pero es moneda corriente-, hoy creo que mi intolerancia, mi inflexibilidad, mi personalidad tan terca, lo hartó. Y yo lo entiendo, porque el es tan terco como yo, y más aún. Solo que él ya tiene muchos puntos a favor. O más puntos de los que yo tengo. Dónde está esa personalidad tan sumisa, tan introvertida? Esa que pasa entre la gente sin ser visto, sin llamar la atención, desde cuándo soy tan intangible, tan terco? Bueno, por otro lado, si no defiendo lo que digo, quién lo va a hacer por mi? A ver señores, levante la mano el que va a defender mi palabra, a ver, alguno? Ninguno? Y no, claro que no!
A veces, quisiera no ser yo, porque estoy tan lleno de todo, y me quejo de lo que me falta. Soy demasiado exigente con todo, o con lo que creo que merezco, o con lo que mi sentido común dice: "Agus, defendela que ésta, es tuya". El problema es que a veces hay que ceder, y decís, PERO, PERO, NO ES ASÍ! Bueno loco, bancatela, es así y punto, no hay democracia, no te acostumbres a poder decidir, algunas veces vas a tener que aceptar. Creo que me tendría que empezar a dar cuenta solo de las cosas, cosas que a esta altura debería tenerlas sobre-entendidas. El problema radica en que no sucede, no me doy cuenta, o no escucho el "Brake" que pitó el referí, y sigo agazapado defendiendo a muerte mi postura, lo que siento, haciendo fuerza, con los ojos cerrados y los dientes apretados. Creo que tengo que cambiar urgentemente, sino, algún día le voy a dar la razón, cuando me dice, a vos en la vida si seguís así, te va a ir mal. Qué débil que soy. Cuánta razón tenes, pa.
. . .
Me siento, una mierda de persona, si. Nada más que eso. Cada vez que pasa, me siento igual. Por qué no puedo ser más normal? Exijo que los seres que me criaron, quienes sean, se hagan cargo. Exijo una respuesta, que levanten la mano bien alta en este recinto de sociópatas y digan fuerte y claro: "Es mi culpa Agustín, yo te crié así como sos". Gritenló, basuras de persona, háganse cargo! No quiero ser de nuevo yo el culpable, basta de eso! Soy tan, pero tan sumiso en algunas cosas, pero cuando se trata de discutir, de defender mi postura, la defiendo a muerte. Soy el más terco. Ah, no. Cierto. El número uno se lo lleva mi viejo, me tengo que conformar con el trofeo de plata.
Y es que es cierto, lo que dice la profesora de psicología, es cierto que la felicidad es un momento, que se va, es cierto que, el progreso, si bien en algún punto sirve, la felicidad que conlleva no dura más que un momento, dura hasta que deja de ser algo grandioso, algo especial, diferente en nuestras miserables vidas. Queda la realidad, la realidad invade nuevamente tu ser y a esa realidad se agregó eso que un minuto antes fue felicidad, pero que ahora es algo más, no lo valoramos tal y como es. En cambio de eso, pasa a ocuparnos más lugar en nuestro ser, en esa habitación llena de filas de cajas que llegan hasta el techo, donde no entra más nada, donde además, necesitamos dentro de esa habitación, espacio para el alma, espacio para ser nosotros mismos. Pero está tan lleno de cosas, que yo no puedo, me rebalsa, y qué, cómo dentro de esa gran habitación va a entrar algo más? Pero si, llegan cajas a través de una banda transportadora sin fin, llegan y llegan, más y más cajas, y las tengo que agarrar y acomodar cual tetris dentro de la habitación. O las tengo que dejar caer al vacío, al olvido, y saber que nunca más las voy a recuperar, pero eso es algo inconcebible.
Hoy, siento que mi habitación esta muy llena, no cabe más nada. Tengo que ir hasta el fondo y empezar a seleccionar cosas que ya no uso y tirarlas al vacío. Siento que si no lo hago, por algún lado va a empezar a sentirse la presión, esa presión que va a hacer que estalle todo al carajo, y nada, no se qué va a ser de mi en ese momento. Me siento rebalsado.
Y bueno, hoy es un día bastante particular, de lo que habría sido un día tranquilo en mi vida, pasó a ser más que eso. Lamentablemente le tengo que dar un nivel de prioridad más alto en mi escala. Hoy, además de discutir con papá naturalmente -es lamentable pero es moneda corriente-, hoy creo que mi intolerancia, mi inflexibilidad, mi personalidad tan terca, lo hartó. Y yo lo entiendo, porque el es tan terco como yo, y más aún. Solo que él ya tiene muchos puntos a favor. O más puntos de los que yo tengo. Dónde está esa personalidad tan sumisa, tan introvertida? Esa que pasa entre la gente sin ser visto, sin llamar la atención, desde cuándo soy tan intangible, tan terco? Bueno, por otro lado, si no defiendo lo que digo, quién lo va a hacer por mi? A ver señores, levante la mano el que va a defender mi palabra, a ver, alguno? Ninguno? Y no, claro que no!
A veces, quisiera no ser yo, porque estoy tan lleno de todo, y me quejo de lo que me falta. Soy demasiado exigente con todo, o con lo que creo que merezco, o con lo que mi sentido común dice: "Agus, defendela que ésta, es tuya". El problema es que a veces hay que ceder, y decís, PERO, PERO, NO ES ASÍ! Bueno loco, bancatela, es así y punto, no hay democracia, no te acostumbres a poder decidir, algunas veces vas a tener que aceptar. Creo que me tendría que empezar a dar cuenta solo de las cosas, cosas que a esta altura debería tenerlas sobre-entendidas. El problema radica en que no sucede, no me doy cuenta, o no escucho el "Brake" que pitó el referí, y sigo agazapado defendiendo a muerte mi postura, lo que siento, haciendo fuerza, con los ojos cerrados y los dientes apretados. Creo que tengo que cambiar urgentemente, sino, algún día le voy a dar la razón, cuando me dice, a vos en la vida si seguís así, te va a ir mal. Qué débil que soy. Cuánta razón tenes, pa.
blizzard
El sujeto se encuentra en la entrada a la cueva, entre la espesa tormenta de nieve, en medio del ártico. Frente a él, la bestia hambrienta, que con sus colmillos y la expresión en su rostro de furia, hace sentir el miedo a su adversario, quien armado con una lanza con punta de flecha, espera salir victorioso, y ya en posición, sus sentidos se agudizan más que nunca, esperando el zarpazo de la bestia. Ambos pasan un momento girando y formando un círculo, mirándose frente a frente, las huellas en la nieve de las pisadas se multiplican, el viento polar es cada vez más intenso y frío, los dientes apretados del sujeto denotan miedo en su rostro, pero es que es eso lo que lo mantiene aún con vida, el miedo, ese factor que hace que los sentidos se agudicen, cada sensación, cada ruido, cada olor, objeto, el miedo provoca en el sujeto concentración, perseverancia, y allí se encontraban, disputándose esa cálida cueva, entre medio de tanto frío, uno solo de los dos saldría con vida de aquel encuentro. El otro, condenado a ser devorado por los demás depredadores. El objetivo estaba delante, sin parpadear siquiera, el sujeto espera con ansiedad el momento, ese momento, con inquietud y con paciencia a la vez. La bestia se detiene, el bramido se siente tanto como su respiración, en aquél árido y frío terreno, de los colmillos de la bestia se desprende un hilo de saliva, que denotan una mezcla de sensaciones, la bestia se incorpora y ya dispuesto a saltar sobre su oponente, éste se prepara para recibir el ataque, y de repente la bestia se abalanza sobre él, y el sujeto esquiva el primer ataque con velocidad, sabiendo ya ante lo que se está enfrentando, la bestia se da vuelta, dispuesta a ir a por él, con la pata delantera izquierda flexionada, la vista fija sobre él, y casi sin respirar, él, llevándose la lanza de un brazo a otro, espera nuevamente el ataque, ahora si dispuesto a hacer valer su fuerza sobre su salvaje oponente, ahora, sosteniendo la lanza con su mano derecha, con firmeza, ve abalanzarse nuevamente sobre él a la bestia, y dando un pequeño paso hacia afuera, logra atinar su lanza en el pecho de la bestia, luego, con la bestia malherida, se libraría un combate cuerpo a cuerpo, sin armas, sin reglas, es el sujeto o la bestia, uno solo sobrevive, todo valía. La bestia perdía sangre. El sujeto logra dominar, y sacando una faca de su improvisada vestimenta, da el golpe de gracia clavándosela en su cuello, la bestia, vencida, queda en un estado letárgico, adormecida sobre el sol tapado por nubes blancas y grises, en medio de una tormenta de viento y nieve, desangrándose. El sujeto se retira victorioso a guarecerse en la cueva, ahora con su fiel lanza de punta de flecha, a la espera de su próximo oponente, que quiera arrebatarle el dominio de su cueva, a la espera, sabe que en cualquier momento sucedería. Desde adentro, puede divisar a la bestia, no podía quitarle la mirada de encima, allí afuera, en el suelo árido, frío, ahora con 3 lobos alrededor, devorando lo que queda de su cuerpo. Pronto llegará la noche, y debe asegurarse no perder la cueva, en esa zona hostil, donde enemigos hay de sobra, y en medio de la tormenta. Debe conseguir su alimento y recuperar las energías perdidas, el día siguiente sería otro día, nada cambiaría, la tormenta seguiría. Pero él puede sobrevivir en medio de aquella hostilidad. Pronto se encontraría con el resto de su manada, de su familia.
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