El cuerpo yase tal y como a mí me gusta. Brazos y piernas sujetos y la boca sellada con cinta aislante para que no haga ruido ni salpicaduras en mi área de trabajo. Y mi mano sostiene el cuchillo con tanta firmeza que estoy seguro de que éste será uno de los buenos, muy satisfactorio...
Pero no se trata de un cuchillo, si no de una especie de...
Y tampoco se trata de mi mano. Aunque mi mano la mueve, no es la mía la que sostiene el arma. Y la estancia es muy pequeña, bastante estrecha, lo cual tiene sentido porque es... ¿qué?
Y ahora estoy flotando sobre este perfecto y cerrado espacio de trabajo y su tentador cuerpo, y por primera vez siento el frío que sopla alrededor, y, en cierto modo, a través de mí. Y si sólo pudiera sentir los dientes, estoy seguro de que castañetearían. Y mi mano, en una simbiosis perfecta con esa otra mano, se alza y traza en el aire el arco que provocará un corte perfecto...
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