unmasked

Desde mi anterior posteo, hacía tiempo que no escribía nada profundo, nada que diga, puta, este opa soy yo? Desde cuando escribo cosas tan sentimentales? Cosas que hacen que me desconozca a mi mismo, que diga, a ver loco, algo anda mal… -Esto- no soy yo. Bien. Es justamente eso, lo que me lleva a pensar que, en cierto punto, hubo un leve mejoramiento en mi inútil vida sin sentido.
Sí, definitivamente. Por empezar, pude dejar de pensar todos los días en vos, brasilera, bueno, no sos exactamente brasilera, pero cada tanto viajas y bueno demás cuestiones que nada tienen que ver. Sos tan hermosa Anlye.., me enamoras más y más cada vez que entro a tu perfil de facebook y te veo, tan, tan linda, tan llena de muchas emociones, de muchas cosas. Pero que volviste con tu novio, ese que tanto te hizo sufrir, que tanto lo criticaste, que tanto te dió qué pensar. Yo me acuerdo. Lamentablemente, por razones básicamente geográficas no te veo ni te voy a ver más si todo sale como quiero, ahora no te tengo tan cerca como antes. Pero afortunadamente ya no deseo verte. Ya no te anhelo tanto como en algún momento lo hice, ya no te quiero. Y probablemente no leas esto, y si lo haces, ya no te importe más ni sientas nada por mí, de hecho hasta por ahí te rías de lo que escribo, pero te quiero decir que, satisface mi necesidad de desnudar mi mente y llevarla a nuevos horizontes. Na mentira, me satisface desde el punto de vista de, saber que es así, y que si en algún momento tengo algún desliz y empiezo a quererte de nuevo, solo necesito volver a leer esto y acordarme un poquitito de lo que fuiste para poder desalojarte nuevamente de mi mente.
Bueno, resumiendo, tema superado pebeta.
Siento que, estoy muy tranquilo cuando no debería. Siento que, debería por ejemplo estar estudiando en vez de estar escribiéndole a un blog cual sé que nadie lee, que debería estar enriqueciendo mi cultura, mi saber, en vez de pensar en cosas que escribí tiempo atrás, cosas que digo, puta, tan tonto soy para escribir este tipo de cosas? Bueno, si. Pero es mi blog. Y escribo lo que se me antoja, cuando se me antoja, y de la manera que quiero escribirlo, y quien se interponga o lo critique, o se ría de alguna frase, alguna línea, algún sentimiento expresado, sepa que le deseo fielmente que le rompan bien el asterisco.
Momentos así, no son dignos de ser plasmados en el Word para después ser subidos a mi blog. Realmente en lo que estoy pensando es, en que mañana es lunes, comienza una semana bastante complicada, y termina un fin de semana bastante deprimente. Como de costumbre, todavía no sé lo que va a ser de mí en los próximos días, pero mi único más importante ánimo, es que mañana comienza una semana en que pienso priorizar el entrenamiento por sobre todas las cosas, inclusive sobre la prueba de matemática, cual meta es sacarme nueve, no estoy seguro cómo voy a hacer para lograrlo, y dudo de mi efectividad para llegar a cumplir mi objetivo. Me sorprende enormemente mi tranquilidad, hasta qué punto irá a llegar. Realmente no me deseo suerte.
No me siento cómodo escribiendo en mi propio blog. Siento que no estoy siendo completamente sincero, porque hay algo que me censura. Algo que, está presente constantemente y que se adueñó de mi blog y de mi inspiración. Tengo que empezar a reclamar lo que me pertenece. El que escribe acá soy yo, y lo que seas, te ordeno que salgas en este mismo instante. Desde ahora, mi blog vuelve a ser mí blog.

dexter

Y allí estaba yo nuevamente, con el pasajero del asiento trasero, a centímetros de lo que sería nuestra próxima víctima, un compañero tanto de rubro, como de oficio. Sí, él es como yo, él necesita satisfacer a su propio -oscuro pasajero-, y supe lo que siempre sospeche, lo que se escondía detrás de esa penetrante mirada de lince. Y de rubro, cómo no? Después de compartir tantos días de trabajo en el departamento de homicidios de Miami. Y después de tantos días de sospechar yo de él, y él de mi, logré encontrar las pruebas necesarias para convencerme de mi sospecha.
-Hazlo chico, es tuyo, no lo dejes vivo, él, simplemente no merece seguir entre nosotros"- en donde Harry esté, estoy convencido de que me habría dicho éso al oído.
Así que, allí estaba, bajo esa magnífica noche de luna llena de Miami, con nada más ni nada menos que el Sargento Albert Doakes, descansando allí sobre la mesa, bajo el efecto de la jeringa de m-99 que le apliqué hacía cerca de dos horas para dormirlo. Lo bueno de esto, es que por un lado, me liberé por completo de mi mayor obstáculo, y por otro lado, tengo los motivos para hacerlo. Todo era encuadraba tan perfectamente que hasta parecía un sueño. Esa noche tenía que ser la noche, simplemente tenía que pasar, y nada podía arruinarlo, ni nada podía salir mal. No podía concebir lo que estaba viviendo, que al fín, el sargento Doakes iba a recibir lo que merecía.
Recuerdo que, en aquel momento, me dispuse a desplegar alrededor del cubículo las imágenes de sus víctimas, poco a poco, y cuando estaba colocando la última, sucedió algo tan trágico, era lo que no tenía que pasar. En ese momento, comencé a escuchar una leve sirena que se acercaba a toda prisa desde el este, pero pensé, es Miami. Rápidamente, otras sirenas desde distintos puntos comenzaban a intensificarse. En ese momento comencé a preocuparme, y abandoné mi tarea para acercarme a la ventana, y ver a través de la persiana, qué diablos estaba ocurriendo allí.
No podía ser cierto. Todas aquellas sirenas de policía, acabaron con una fuerte frenada en la puerta de la casa del sargento. Ya en ese momento, podía sentir el recorrido de la transpiración sobre mi frente. De pronto se abre la puerta de uno de los patrulleros y aparece el capitán Mattews, con un altavoz en la mano, y su teléfono celular en su otra mano, y escucho: "Dexter, soy el capitán Mattews. Entrégate, sabemos que estas dentro, la manzana esta rodeada. Sal con las manos sobre la nuca y no intentes nada". No pude reaccionar, me quede totalmente inmóvil. Por un lado, pensé en Deb, en qué iba a pensar cuando descubriera cómo era, mi esencia, lo que se escondía detrás de la máscara. También pensé en Rita, en Astor y Cody, con qué cara los iba a poder enfrentar en el juzgado. Pensé que, debía tomar una decisión, y rápido. Podía quedarme pensando allí junto a la persiana pensando en todas esas cosas, viendo como aparcaban más y más patrullas, viendo las luces de los dos helicópteros y de las sirenas, y esperando a que entren y me atrapen. Probablemente cuando lo hicieran, se asombrarían en el estado en el que Doakes estaba, me esposarían, y sin mediar palabras, pronto me sacarían de la casa y me llevarían en uno de los camiones hacia la comisaría, sería interrogado por uno de mis compañeros, yo diría toda la verdad, explicaría todo, sobre el oscuro pasajero, probablemente me inculparían de muchas otras desapariciones, descubrirían también mi personalidad y coartada falsas para comprar m-99 de aquella distribuidora de químicos, ya que es un delicado sedante para caballos, y para como todo químico de ésta índole, también para éste existe un registro de los entes o personas que lo adquieren. Probablemente en algún tiempo mi cabello estaría achicharrándose en la silla eléctrica junto a lo que quedase de mi cuerpo. O con mucha suerte, me declararían completamente loco y me condenarían a una vida dentro de un chaleco de fuerza, sentado cual indio dentro de un cubículo blanco de tres metros por tres metros, con un ventilúz en la parte superior que nunca voy a saber a dónde da, una puerta siempre con llave, y a más tardar me volvería loco a los tres meses o cuatro, cuando mi pasajero del asiento trasero no pueda saciar su sed de sangre, y me haga perder por completo mi cordura.
Detuve mi delirio de aquél momento cuando escuché un golpe seco que retumbó en toda la casa, y a continuación muchos pasos que se dirigían hacia el garage, es decir, donde estaba yo. Tenía que decidir qué iba a ser del pobre de Dexter, y claro, cómo olvidarlo, y del sargento Doakes. Le juro, que en ese momento, no fui yo quien me impulsó a hacer lo que hice. Sin más, agarré el cuchillo que más a mano tenía y se lo clavé en su pecho, no podía dejar vivir a una bestia así, al fin y al cabo, ya todo estaba perdido. Todavía recuerdo mis ojos bien abiertos, mirando directo al rostro de Doakes, también recuerdo cuando entró la brigada, pronto retiraron mis manos que aún permanecían agarrando el cuchillo, me esposaron y me sacaron de la casa, todavía recuerdo la mirada acusadora y aplastante de Deb. Sin mediar, me subieron a uno de los camiones de la policía que habían aparcado y me encerraron. Delante de mí, apareció Harry, me miro a los ojos, y se quedó en silencio.
-Tenía que hacerlo,- le dije, nervioso - él era como yo, él..
-Lo sé.- replicó - Has hecho lo correcto hijo.
-Pero el código.. lo he traicionado..- La conversación concluyó cuando empecé a escuchar un sonido persistente, Harry desapareció, ya no era de noche, la sangre asquerosa de Doakes había desaparecido de mis manos, ya no estaba yendo hacia el departamento de policía, y nada de lo que había vivido había pasado realmente. En cambio, era ya de día, el extraño sonido provenía aparentemente de mi reloj despertador, eran las 7.10 y ya era hora de levantarme. Lo sentí tan real, hasta podía recordarlo con perfecta claridad, todo había sido un sueño, por suerte. Mi secreto seguiría a salvo algún tiempo más.